LA  CAMPESINA  DE  TONCHALÁ
Hay en los campos de aquella villa,
            Cabe la orilla
            De una quebrada,
Una casita blanca y sembrada
De claveline y resedá;
Y todos saben que habita en ella
            Carmen, la bella
            De airoso talle,
Y a la que nombran por este valle
La Campesina de Tonchalá.
Una mañana de verde Mayo.
            Al débil rayo
            Del alba inquieta,
Llevando en hombros limpia escopeta
Gallardo mozo cazado va:
Tras él un perro ladrando pisa
            Y al dueño avisa
            Que, en sus alcores,
Va, sobre el césped, hollando flores
La Campesina de Tonchalá.
Al verla el joven ansioso rueda
            Por la vereda
            De la campiña
Enamorado de aquella niña
Que solo vive, feliz quizá…
La niña al verlo temblando gira;
            Mas él suspira,
            La cierra al paso,
Y allí pregunta si es ella acaso
La Campesina de Tonchalá.
En la alba al frente de la doncella
            De amor la estrella
            Rápida brilla,
Y el terso velo de su mejilla
Teñido en rosa ardiendo está;
Que el ígneo dardo de amor, derecho,
             La hirió en el pecho
            Que herido esconde,
Y entre suspiro: “yo soy”, responde,
La campesina de Tonchalá
La brisa entonces entre ellos juega,
            Las alas pliegan
            De boca en boca,
Y el niño ciego los labios choca
De los que juran amarse allá;
Y entrelazados. Al estallido,
            Su adiós sentido
            Le da el amante,
Y “adiós”, repite triste, anhelante
La Campesina de Tonchalá.
Torna el mancebo por la vereda,
           La niña queda
            Llorosa y triste,
Y entre el follaje que el árbol viste
Su tierna queja la torcaz da:
Lloró la niña, cual llora el sauce,
            Como en su cauce
            Limpio arroyuelo,
Pues vio de amores nublar su cielo
La Campesina de Tonchalá.
          S I M B O L O
   En tu flexible cuello la blancura 
Del cisne que en el lago se retrata;
En tus labios el pétalo escarlata
Que guarda el néctar de la rosa pura.
   En tus ojos la límpida hermosura
De la luz que en éter se dilata;
Y en tu alba frente ese vellón de plata,
Símbolo de candor y de dulzura.
   Hay en tu paz señuelo de paloma,
Y rosicler de recatada poma
Que, medio oculta, de la rama cuelga.
   Y en tu cabello, que favonio riza,
Como una randa fúlgida y postiza,
Níveo penacho de canario belga,
SISOES  FINOL. Nació, en Maracaibo 1849 y murió en 1932. Fue: Músico, (pianista  y compositor), destacado artista de pentagrama, escrito, elocuente orador, y sobre todo, poeta sutil y de gran sensibilidad.
 
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domingo, 5 de abril de 2009
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