martes, 28 de octubre de 2008

JESÚS ROSARIOS ORTEGA " EL GRAN CHEVOCHE"

CARTA A UN HERMANO

(Décima)

I
Que te sucede cristiano
Porqué te entregaís de lleno
A beber que eso no es bueno
Te lo aconseja un hermano
Ya tu cuerpo no está sano
Ya mostraís debilidad
Haces de tu voluntad
El poderte arrepentir
A ver si podeís vivir
Si quiera tres meses más

II
Sufro con resignación
Si para mi no hay caricias
Hoy mi única delicia
Es cantar y beber ron
He perdido la razón,
La vista y la inteligencia
Y creo que la paciencia
También se me está acabando
Porque yo de vez en cuando
Cometo alguna imprudencia

III
Como es posible que vos
Siendo de todos el menor
Y que te tenga el alchol
A una edad mayor que yo
Que ya tengo ochenta y dos
Años que vos lo sabéis
Decime si es que teneís
En realidad algún capricho
Porque dejándote dicho
Es mejor que te cuideís…

JESÚS ROSARIO ORTEGA “CHEVOCHE”. Nació en Maracaibo en 1890 y murió en Maracaibo en 1994. Pescador y decimista, expresión de la comunidad de Santa Rosa, Décimas (versos que fueron cantados), a través del canto Paraujano, donde su inspiración del sol, agua y humor, expresó la inconformidad por el abandono oficial de su terruño, sus manglares, sus hombres y su lago. Pescador, cazador de caimanes, cortador de mangle y carpintero, fueron algunos de los oficios desempeñados por el decimista Paraujano, siempre presto para el chiste hiperbólico, mientras creaba cerca de 500 décimas que trasmitían el sentir de su pueblo.
Se autodefinió en sus versos cuando decía

Canto por querer cantar
Sólo por naturaleza
Porque no hay en mi cabeza
Dos notas que deletrear.

Con Giovanni Villalobos y su hermano el indio Miguel, hicieron surgir el grupo Venezuela en Cuerdas y Canto, así como también El Centro de Educación Popular ( CEP), que hoy lleva su nombre

lunes, 27 de octubre de 2008

JOSÉ CASTILLO ROMERO JOCAS TILO

LA UNA DE LA NOCHE
Para José Luís Villasmil

Bajo el dombo espectral del firmamento,
La torre del Convento se levanta;
Cíclope augusto de mirar sangriento
Que vela el sueño de la Casa Santa!

El dorso del extenso pavimento
Va devorando en vórtice la llanta
De un automóvil, cuando rompr el viento
Con el férreo graznar de su garganta ¡….

Se escucha una lejana serenata!
La felina algazara inoportuna
Trunca de un gallo la quiquiria grata!....

Un bronce vibra en la orquesta. LA UNA.
Mientras esconde su fulgor de plata,
En los cristales índigo la luna!..

JOSÉ CASTILLO ROMERO, (a) JOCAS – TILO- Nació en Maracaibo en 1892. Murió en Maracaibo en 1958. Artista visual (pintor y escultor), músico y escritor (poeta), usaba el seudónimo de Jocas Tilo. No logró culminar sus estudios de secundaria, la vida le exigió trabajo para el soste de su familia. Fue Autodidacta, conocía a fondo sin embargo, el idioma castellano y las culturas clásicas, así como disertaba sobre historia universal, filosofía y literatura con gran facilidad.
Bohemio empedernido, con esa bohemia- a lo Darío- de versos y licor, de noches enteras de embriaguez para despertar la musa, afinar la lira y tocar el laúd, muy propia del movimiento modernista. Fino sonetista, compositor de valses y bambuco, elegante prosista, destacado pintor, fundo con otros El Círculo Artístico del Zulia

Don Armando Molero (El cantor de todos los tiempos) entonaba una de sus creaciones
Pinta la luna su faz sonriente
Sobre el arroyo madrugador,
La mariposa, tierna, durmiente,
Tranquila posa sobre la flor.
El viento silva, la rama cruje
El artesano descansa ya,
Cantan las aves, el toro muge,
Es que la noche reinando está.

No público libros. Su obra poética quedo dispersa en peroiódicos y revistas de la
Época .

ATENÓGENES OLIVARES CASTILLO

CARNE DE INDEPENDENCIA

Al General Rafael Urdaneta

Tú fuiste el más leal de todos: el “Brillante”,
El primero en la lucha después de Don Simón;
Te nombran el epónimo y el Soldado Galante,
Porque al par que la espada brindaste el corazón.

Tú fuiste el nervio vivo del impulso gigante
Por conquistar el mirto de la emancipación;
A la Patria luciste, cual la luz al diamante,
Y a través de Bolivár no tienes parangón.

Por eso te veneran los pueblos, De Corinto
Te yergues inmutable, de frente al laberinto
Que adultera los pasos sagrados de la Historia.

I en estas horas graves de rúbricas guerreras,
Cómo infunden respeto tus firmes charreteras,
El cinto de tu espada y el timbre de tu gloria

ATENÓGENES OLIVARES CASTILLO. Nació en Maracaibo 1905, y murió en Maracaibo en 1993. Periodista y escritor (históreografo. Biógrafo, ensayista y poeta). Ejerció el periodismo desde muy joven; en la redacción del diario La Información propidad de Juan Besson, el cual llegó a dirigir, también trabajo el periódico El País de Ramiro montiel. Fue redactor y director de los semanarios: El Murciélago (1927), Orión (1930), Maracaibo (1934) y otros como: Abril, Catatumbo, Tribuna, El Antruejo. Colaborador permanente del diario Panorama, donde mantuvo una columna titulada “Candil de la historia”. Además de sus libros publicados, donde sobresalen dos volúmenes de semblanzas biográficas de prohombres del Zulia, bajo el titulo de Siluetas del Zulia. Dejó inéditos valiosos trabajos: Minutero Histórico del Estado Zulia, Cantores Populares del Ayer, Cofre de versos, etc etc

martes, 14 de octubre de 2008

JESÚS ALFONSO FERRER

LA BEATA MARÍA

En el pueblo la llaman “La beata María”
Por que ella se dispara, rauda como un venablo,
Por llegar de primera de la feligresía,
A oir Misa, de hinojo junto a un viejo retablo.

Asombrada refiere que en un sueño se había
Visto, hediendo los aires en los cuernos del diablo;
Sin embargo, ella espera que le baje algún día,
En el pico de un pájaro, el pan, como a San Pablo.

“La beata María” no es la beata entera:
Si ella no hablara tanto, quién sabe si lo fuera,
Pues los mendigos salen harto de su covacha.

Dice que no recuerda que haya una vez pecado;
Pero, a pesar de todo, según los del poblado,
No descansa su lengua, que corta como un hacha.

JESÚS ALFONSO FERRER. Nació en Altagracia, Municipio Miranda, Estado Zulia en 1896: Se destacó como poeta de clásica estructura, dedicado especialmente al romance. Buen sonetista. De él dijo el Dr. Jesús Enrique Lossada: “Tiene el don de forjar el molde métrico sin deformar el pensamiento que quiere fundir en él, y éste es uno de los dones por los cuales se reconoce al Poeta verdadero.- Ha públicado en versos: “Músicas Graves y de Ensueño”, “Oyéndome por Dentro”, “Rumor de Frondas” y” “Bajo mi Techo –Rincón de Siemprevivas”. En prosa: “ La Obediencia” (conferencia) y “Hombres del Zulia” y algunos versos inéditos .

domingo, 5 de octubre de 2008

RAFAEL MARÍA LÓPEZ TROCONIS

LA SAMARITANA

Al abrir mi balcón esta mañana,
Toda su gracia el aura mañanera
Dejó caer sobre la frente arena
De una linda y gentil samaritana
Convertida en piadosa limosnera.

¿Por qué imploraba a tan temprana hora,
O qué extraño destino perseguía?
Hermana del Amor y de la Aurora,
Cuando su mano temblorosa implora
Luce más bello el rosicler del día.

La he encontrado otras veces. Cuando viste
La tragedia su máscara doliente,
Ella se afana en consolar al triste,
Y en todo cuanto sufre y cuanto existe
Prende la llama de su amor ardiente.

Moría de hambre un niño. En la calleja,
Doliente y solitario se perdía,
Como se pierde en el erial la oveja,
Y calló con sus besos la honda queja
Con que aquel niño hambriento se moría.

La vi escoger canciones celestiales
Del pentagrama azul de los amores,
Y con arpegios de ángeles triunfales
Convirtío los siniestros hospitales
En clásicos nidal de ruiseñores.

No la detiene en su misión sagrada
Ni el trueno del fusil ni la metralla,
Y se mantiene, hermosa y abnegada,
Lo mismo en la ciudad alborozada
Que sobre el rojo campo de batalla.

Los huérfanos sin pan y sin abrigo
Saben de sus cariños con exceso,
Y olvidan la injusticia del castigo
Calmando el hambre con el tierno trigo
Y el dolor de sus almas con sus besos.

Mujer divina que a la vez humana,
Eres sabia en recónditos dolores.
Yo te he visto pasar, samaritana,
En la góndola azul de la mañana,
Curando heridas y regando flores.

En tu mano benéfica que sella
Y unge la caridad con oro vivo,
Yo quisiera dejar mi eterna huella
Y que, en tu mano, el oro de una estrella
Respondiera a tu gesto implorativo.

Porque eres, de la Patria bendecida,
Ornato puro y gracia lisonjera,
Yo quisiera mirarte confundida,
Como la Estrella de Belén, prendida
En la gloria triunfal de mi Bandera.

Samaritana, cuando yo me muera,
En cualquier hora próxima o lejana,
Nimba mi frente con tu cabellera,
Y dame en tu mirada postrimera
Tu limosna de amor, samaritana.

RAFAEL MARÍA LÓPEZ TROCONIS: Nació en Maracaibo en 1892, murió en Caracas en 1933. Periodista, escritor y orador. Poeta posmodernista, biznieto del ilustre zuliano Rafael María Baralt, perteneció al grupo literario “Seremos”, fue director de La Hora Literaria (organo informativo), En Puerto Cabello dirigió los periódicos: El Estandarte y Argos. Residió los últimos años de su vida en la isla de Margarita, donde escribió el poemario”La Isla de Nacar”, que fue publicado póstumamente, con tonos eróticos, épicos de agustia y misticismo, y donde se publicaron las estrofas ya escritas.

LUIS FELIPE LEÓN

OH, PRIMAVERA

¡Oh, gentil primavera!
Panorama de ensueño, fuente de poesía ¡
Por tu pompa y tu cetro eres la Mensajera
Que Dios al Campo por abril envía.
Tú traes entre efluvios de violetas,
Cuyas alas de seda abre el beso de día,
Dulce motivos para los poetas
Que en sus almas inquietas
Llevan aprisionada la armonía.

¡Oh, gentil Primavera!, tu carroza es de flores
Exornada con lluvia de irisados colores.
I tú vienes en ella
Con la presencia suma de una estrella
Que caída del cielo va sembrando fulgores.

La cascada de oro de los trinos
Te anuncia como heraldo por todos los caminos.
I en rumorosa fiesta te anuncian las palmeras,
Cuando de tardos vientos a los soplos cansinos
Remueven como en un sueño la prez de sus cimeras.

Te anuncias jubiloso
El gallo al desatar sus claras dianas,
Te anuncia el cielo hermoso
En las sonrisas frescas de nubladas mañanas,
Cuando feliz el corazón gozoso
Escucha el alborozo
Que riegan en el aire las campanas.

Te anuncia de los árboles la orquesta
Cuando mecen sus copas en la verde floresta
Donde la vida se perfuma y canta:
I la brisa serena
Que va desenredando su melena
Como el hilo de un trino la alondra en su garganta
Te anuncian los jardines
Al romper su secreto de aroma los jazmines;
I al descoger sus pétalos las delicadas rosas
I las tropas aladas
Que del sol la fúlgida miradas
Forman al revolar las mariposas.

Te anuncian el raudo río
Que va de monte en monte con bronco vocerío
Cuando en las duras peñas desguaza sus cristales;
I en sus leves murmullos la doliente quebrada
Que finge una ilusión abandonada
En la fatalidad de los breñales.
I el sol cuando con ágil travesura
Se encarama en la altura
De los lejanos montes
También te anuncia con coruscos lampos
Que ruedad hasta el linde de los campos
I decoran de luz los horizontes.

Todo te anuncia, te pregona y canta;
Todo por ti levanta
Su voz de adoración; y se diría
Que en ti viene la estrella de la humana ventura,
Porque al par que derramas en la vida frescura
Vas por todos los campos desbordando alegría.

¡Oh, bella Mensajera de la veste florida!
Tú enciendes en las mentes las albas luminosas
De aquella edad de la temprana vida,
Que envuelta entre añorazas olorosas
Del alma en los remansos llevamos adormida.

¡Oh, Primavera hermosa
Que nos das el aroma de las rosas!
Eres la juventud con que se alegra
El viejo tronco con que mordió el destino,
I que un recuerdo de su vida integra
Clavado junto al borde del camino.

I porque eres tú la Mensajera
Que Dios el campo por Abril envía,
La musa eternamente te venera;
Porque tú viertes en los tristes bardos,
Oh, dulce primavera!
La savia de la verde sementera
I el alma oliente de los blancos Nardos.

LUIS FELIPE LEÓN: Nació en Maracaibo en 1892, murió en Maracaibo en 1947, comerciante, periodista y escritor (poeta), utilizó el seudónimo de Cesar Romano. Poeta épico que obtuvo gardenia de plata en los juegos florales, con el extenso poema “ A la Gloria de Sucre.

sábado, 4 de octubre de 2008

ADALBERTO TOLEDO

POR LOS PREDIOS BÍBLICOS

Sorprende a MARÍA de un ángel el vuelo…
Mensaje divino turba su oración.
En éxtasis oye su “Fíat” el Cielo,
¡Y surge el milagro de la Encarnación!

¡Divino misterio! ¡Misterio sublime,
Que el alma suspende, si el rito le nombra!
¡Misterio adorable, que al mundo redime,
Al hombre confunde y al ángel asombra!

¡El Eterno mismo que es suma grandeza,
Fuente innagotable de amor y dulzura,
Contenido en toda su gloria y belleza
En el molde frágil de humana envoltura!

¿Y cupo en la nuestra, limitada arcilla
De Dios la sapiencia que rige y destella
En el mar undísono, en la flor sencilla,
En la humilde oruga, o en clara estrella?

Responde tú, ¡oh Cristo! Con la omnipotencia
Que deslumbra en torno de tu mansa vida,
A cuya inefable, limpia refulgencia,
El mártir sus fieros dolores olvida.

Saturado dejas cuanto te circunda
De una vagarosa, mística fragancia,
Que desde tu cuna trasciende, e inunda
El huerto cerrado de tu dulce infancia

De tu infancia humilde, trémula del llanto
Que aljofara un día tu pulcra inocencia,
Y en la que cautiva, con vívido encanto,
Tu airosa disputa de magna sapiencia.

Es tu augusta frente rebosante nido
De ideas que lucen blancores de espuma,
Y donde el Paráclito bajó, convertido
En nívea paloma de rizada pluma.

Exaltó el encanto de tu faz hermosa
De atrayente gracia luminosa lluvia,
Que formara, en curva suave y armoniosa,
La breve guirnalda de tu barba rubia.

Tus ojos, luceros de ardientes fulgores,
De lumbre llenaron todos los caminos,
Y, para consuelo de humanos dolores,
Mieles destilaron tus labios divinos.

Subyuga el donaire que bulle y rebosa
Del cristal sonoro de tu blando acento,
Y, por escucharlo, calla ruburosa
La alondra; detiene sus giros el viento.

Ciñe tu cabeza rútila aureola
Que en fulgores baña tus rubios cabellos,
Y es tu sacra boca límpida corola
Bruñida al efluvio de vivos destellos.

El raudal de oro de tu cabellera
Prestigia tu busto de un sereno encanto,
Y se teje, a modo de una enrredadera,
Por servirte a un tiempo de diadema y manto.

Tus hombros son áncoras de infinitos dones,
Sedeña colina de esbelta hermosura,
Escalas que suben fieles corazones
Por ganar de un vuelo la célica altura.

Tus benditos brazos, al amor tendidos,
Al bien enlazados, de dolor cubiertos,
Del aprobio alzaron prójimos caídos,
¡Para quienes siempre los tienes abiertos!

¡Oh, la maravilla de tus manos puras,
Fuente de perdones, aras de consuelo,
En cuya sedeñas y casta blancuras
Cupieron holgadas las glorias del Cielo.

Tu cuello impoluto, que selló el martirio
Y tiñó de púrpura sangriento sudor,
Emerge a manera de cándido lirio,
De cándido lirio que es cifra de amor.

En tu pecho vuelca divina alborada
El rútilo encanto de sus resplandores,
Y a su luz se irisan blondas llamaradas
Encendida al fuego de humanos dolores.

Para el alabastro de tus pies sagrados,
Unciones tuvieron mujeres piadosas,
Y en la Cruz prendieron, al ser traspasados,
Rosal llameante de púrpureas rosas.

Belleza, armonía, celestial portento
De inmensa dulzura, de infinito amor,
A tu vida infunde aromado aliento,
De tu cuerpo forman peregrina flor.

Transmutabas presto delicuente saña
En piedad humilde; zarzales en rosas;
Y a volar pusiste, desde una montaña,
Bienaventuranzas como mariposas.

En todos los surcos el bien derramates,
En cima de gloria flameó tu bandera;
Y en almas innúmeras florecer lograste
Con la eterna gracia de una primavera.

Dominas y acallas broncas tempestades,
Desvías el curso de trovas centellas,
Y avanzas serano sobre el Tiberiades
Cual sobre una alfombra cuajada de estrellas.

Desata en parábolas tu sabiduría
De enseñanzas puras manantial sonoro,
Y en su linfas claras, dulce poesía
Riela en cambiantes de múrice y oro.

La oración más bella salió de tus labios
Cuando, traduciendo piadosos anhelos,
Y el Huerto una noche te vió suplicante,
Al peso de inmensas agustias vencido.

Entonces te aniegas pesar infinito;
Y a su influjo grave, tu figura adquiere
El aire doliente de un árbol marchito,
La belleza triste de sol cuando muere.

Y en la cima trágica de tu gran tortura,
Que aceptas sumiso, que sufres en calma,
Cristaliza en siete perlas de ternura
El dolor acerbo que te oprime el alma.

Piedras conmoviste del trágico Monte;
Y cuando expiraste, clavado en la Cruz,
Trepidaron juntos tierra y horizonte…
¡Y en rubor bañada, se escondió la luz!

Cerrados estaban tus ojos divinos,
Desasida el alma de tu cuerpo magro,
Cuando en las pupilas del ciego Longinos
La estrella encendiste de un nuevo milagro.

Recorrió tu vida la tétrica gama
Del dolor, gustando tu fiera acritud,
Y ornado de espinas, convertido en drama,
Termina el poema de tu excelsitud.

Tu sepulcro guarda soldadesca impía
Que te niega y burla con rencor abyecto;
Más de allí te alzas al tercer día.
Rutilante, hermoso, triunfal, resurrecto.

Dominas los siglos; divides la Historia;
Abarcas el orbe tus brazos en cruz:
Sublímase el santo cantando tu gloria
Y al artista tiendes escalas de luz.

ADALBERTO TOLEDO. Nació en Maracaibo en 1895, y murió en Maracaibo en 1966. Periodista y escritor (poeta). Se formó en el diario Los Ecos del Zulia, fundado por su abuelo, el tambien poeta, Valerio P Toledo: más tarde formó parte del cuerpo de redacción del periódico La Mañana y del diario Panorama, donde le tocó pagar dos años de cárcel cuando su clausura en 1923. Formó parte de la Peña Literaria La Zulianita, que dirigía el poeta Udón Pérez.
Su literatura fue clásica y sus sonetos de forma estilística. Fue miembro del Centro Histórico del Zulia, integrante del Círculo Artístico del Zulia en su sección de literatura, y de la junta organizadora del centenario de la muerte del General Rafael Urdaneta, dirigiendo la revista Urdaneta que recogió las conferencias en honor el héroe zuliano, desempeño varios cargos póliticos, además de dedicarse al trabajo tipográfico de su imprenta Cervantes.