domingo, 11 de enero de 2015

ALONSO PACHECO






LA VOZ DEL SILENCIO

Hondo y noble silencio, mi mejor amigo,
el mejor asistente y el mejor consejero
de todas mis tristezas;el único testigo
Pues siempre vamos juntos por el mismo sendero

Así llevo en el alma una fé  resignada
cual viejo claudicante que va del cielo en pos,
peregrino y consciente de mi triste jornada


Nació en Maracaibo el 29 de julio de 1893, cursó estudios hasta segundo año de bachillerato. Poeta espontaneo de cultura autodidacta, poeta de vivacidad en su palabra y diafanidad en el canto.






















































































































sábado, 10 de enero de 2015

ALEXIS FERNANDEZ

RELAMPAGO DEL SUR

Destello mineral, milenario
y mítico,
llevas a cuesta la edad de los grandes temporales
y en tus orígenes se cuecen los ríos aluviales del sur
con las aguas claras y negras de una ciénaga de encantos.
¿Cuántos misterios palpan tus fuentes
ante la infinita suspicacia de tu fulgor?
¿Cuánto mar vertido
ante la centella
enmudecida de tu esplendor?

2

Mineral tu resplandor cuando cubres los cielos
en un inusitado delta de grafitos y farolas.

Un collage de cristales de fuego y cuarzo iluminan
y desbordan los límites de ingeniosos espejos
cuando vanamente intentan retenerte.
Un lienzo de ocres dispersos,
llevados por mil centellas
y cien chubascos,
se estremece intermitente a orillas de la memoria.

3

Milenario tus orígenes
que surten allí sus estaciones,
sus meteoritos que iluminan la noche lacustre, la ladera andina,
el amanecer fluvial
y los malecones del mundo que de puro olvido
restallan ante tu esplendor.

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Mítico el destello que iluminó las noches de la cuenca
y sus hombres de agua, sus casas de agua, sus noches de torrentera y chubasco.
¿Comentaron los onotos de Toas a los quiriquires del sur
sobre el eterno resplendor?

¿Fue guía en el intercambio en la oscurana lacustre,
propició fogatas en las arenas,
esplendor ante el cardumen,

hizo luz en el manglar en el alba de los nacimientos?
¿Qué impresión guardó
el burede en las orillas del río Concha,

el torondoy de las laderas andinas
y el bobures del lago ante la llamarada que deslumbraba sus noches?

En el boscaje y la sabana iluminados por el relámpago los Bari, yukpa, añú, wayuu aún son convocados
por el destello ancestral , más allá de su silencio, más allá de su fuego.

Nuestros pueblos originarios
alzaron sus ojos ante tu luz como fuente de vida,
el encanto rozó su fascinación,
el fulgor cautivó su hechizo.

Catatumbo, es desde su lengua de origen, tierra de huracanes,
tierra de chubascos y salitres. Tierra de luz permanente.
¡Llamarada!
Fuego sobre las aguas, fuego del cielo. Río de fuego. Rio en el cielo para los Bari. Expresión de la Madre Tierra, para los Yukpa. Sangre ancestral, venas de la tierra por la furia de Maleiwa, para los Wayuu.

Mítico tu fulgor escrito en bitácoras de fuego,
donde las conquistas disputaron sus dominios
bajo la linterna iluminada de tus noches.

Francis Drake y su mala sombra,
rindió tributo a tus destellos
al invocarte perdido ante Diego Suárez de Amaya,
otra ave de rapiña que merodeaba bajo el asombro del trópico.

Lope de Vega cuando armaba su catálogo al impostor,
invocó tu trascendencia, en su épica Dragontea, donde se afinaba el alcance de tu fulgor,
el poeta madrileño nombraba al asombro.

El inquieto naturalista Humboldt nos habla de esas singulares luces, esas llamas, esas fosforescencias que al parecer nacen en el río Catatumbo, cerca del río Zulia.

Anton Goering legó lienzos y acuarelas caldeados en tu fuego.

El marinero y cartógrafo Codazzi, describió su extrañeza ante el relámpago continuado.
José Prudencio Padilla honra tu luz con su gloria en la Batalla Naval del Lago al vencer a la escuadra española, en una crónica que aún no terminamos de contar.

El poeta Udon Pérez,
cantó con hidalguía,
para hacer de tu esplendor un himno,

en su tenacidad parnasiana lo escuchamos,
en tu noble misión, apostado en alguna esquina de su memorable como desvanecida ciudad,
"La luz con que el relámpago / tenaz del Catatumbo /
del nauta fija el rumbo / cual límpido farol”.

Y Checame, José del Carmen Guerrero,
morador y memoria de Congo,
trajina el punto cardinal de tu nacimiento,
sabe que eres errático y esquivo,
volátil y titilante,

él, te ha tenido entre sus manos,
en el punto exacto donde te abarca su mirada,
cuando lanza la red ante el cardumen,
cuando recoge el anzuelo con la zurda,
esplendido ante sus ojos,
donde revientas los cielos
y la mar
y persigues su sombra,
esa llamarada de más adentro,
alojada en su alma.


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En un madero con mástil
que los abuelos llamaron piragua
recorríamos las distancias siderales cuando navegábamos los
ríos de la infancia.

Entonces esos relámpagos en acecho que son los ríos,
ardían bajo tu fuego
y seguían el curso de tu esplendor.

Los carros de hojalata que los abuelos llamaron trenes
crepitaban en sus rieles bajo tu ímpetu
y los maderos con mástiles y velas
que los abuelos llamaron piraguas
seguían la ruta que destilaba tu luz.

Entonces, el potro de nácar
que abrevaba en las nacientes
se tornaba dorado en su trote
y no sabíamos si las piraguas, los trenes
y el caballo de nácar regresarían alguna vez,
más allá de esa llamarada.




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Silente y continuo,
distante y perenne
alumbras la ruta de navegantes
y pescadores,
te metes como río en acecho
en nuestra más antiguo credo,
convocas el misterio,
incendias el hechizo,

---eres una aldea en llamarada, un bosque de fuego,
una antorcha iluminando desvencijados pueblos de agua,
un croquis de agua y fuego que madruga nuestra memoria---
y despiertas al borde mismo de los sueños.
Nos contienes y rebasas,

Nos imantas y colmas
Y sólo tiendes silentes destellos de luz ante los ríos
que se desvelan en tu fuego.
Un alfabeto en llamas intenta nombrarte,
no lo logra, más allá del asombro.


7

Ahora cuando las redes internautas
acercan el sin fin del mundo
y el planeta cabe en un adminiculo,

el relámpago silente está allí,
convocando el misterio,
diseñando insólitos
y esquivos croquis ante nuestra mirada.
Sutil, inaprensible, envía

señales, extraordinarias señales
ante nuestras cada vez más incrédulas maneras
de percibir el mundo que ya cabe en un artefacto.
En su mutismo,

traza infinitos bosques de luz,
ante nuestros ojos
que siguen su esplendor no sin asombro…

ahora cuando en ese leño con mástil
(ahora con motor a dissel,
con no sé cuántos caballos de fuerza
y estación eléctrica)

nos acercamos al lugar de tu esplendor
ciénagas de Aguas Claras y Aguas Negras de Juan Manuel,
en tus canales iluminados,
en tus mareas arremolinadas,
creídos palpamos el origen, la infancia, el asombro.

8

¿Cuánto olvido acumulado registran tus bitácoras?
¿Cuántas miserias acopian tus riberas que profesan
con esplendor su feracidad?

¿Cuánta luz inclinada sobre destartaladas chozas
donde tu destello aún alumbra el misterio, la esperanza, el amor
y también ese oficio de morir acostumbrado que es el olvido?

¿Cuánto omisión acumulada sobre ese fuego ancestral que magnífica la vida?
¿Cuántos himnos, decretos, plegarias, poemas, canciones, gaitas, gritos y tantos otros aires
faltan para no terminar de olvidarte?

Catatumbo, retumbas por dentro,
nuestro más antiguo sueño:
volver a encontrarnos en esa tierra de agua, sol y vientos
para no olvidar la semilla de tu encanto,
la semilla feraz de tu nacimiento . 


Nación en Santa Barbara del Zulia el 26 de julio de 1951, licenciado en filosofía de LUZ en 1974, profesor universitario y escritor, pertenencientes a varios grupos literarios de la región. Fué director de cultura de LUZ en 1993 a 1996.

NOE MACHADO MATHEUS




               MARAC AYBO 


         Fueron los días
los que hicieron que en tu nombre
         te llamaran vieja
si sobre ti están estos cuatro siglos
               que te miden
desde la primera palabra de tu historia


              Son los mismos siglos
              que vigilan la llama
           del silencio nocturno
        en medio de estos taladros
            que te hacen de hierro,

           Yo empecé a conocerte
               en mi infancia….
           primero fue Colón,
        descubría  una América ignorante,
después, Pacheco, Alfínger  o De Ojeda
              llegaba a tus orillas
    llenas de soledad humedecida;
       después… yo te descubría,
            palabra  por palabra
      en los libros de mi escuela,

   y eres tú la misma Maracaibo
  del indio que rompía las tardes
        para pescar estrellas.

  así eras con  tu nombre viejo
            de lago y palafito
           tu nombre viejo
         con sabor de historia.

  Maracaibo tu nombre nuevo
      arrancado de ti misma
aprendido por el hombre de la calle
           y el niño de la escuela.

       Maracaibo: punto cardinal
       de la brújula extrajera
que te arranca hasta el nombre
                  de tu puerto
               y así ,el trabajo
       la muerte o el destierro
de  tus hombres es lo mismo…
     humedecen sus voces
     con las manos vacías

Lejos estoy y en los taladros viejos.
         He vuelto del Barroso
             Y del Zumaque.
                     Sueño
         los días de tu soledad
              para nombrarte;
          de aquella soledad
       dormida en el silencio
       sin taladro ni llamas.
       con lago y palafitos,
              tus hijos
   más allá de las orillas.

          Yo te recuerdo
     en la voz de la maestra,
               en los libros
de mi primera escuela,
en las tablas mojada de los muelles
          y en el viejo mechurrio
          cuando la mañana apaga
      el último reflejo de tu puerta


PADRE                        A Marcial Machado F

Bajo este mismo azul  donde te escribo,
caminando caminos y  jagüeyes,
aún escucho el silencio de los bueyes
cuando rompen la tierra donde vivo

Era  un campo del verde del olivo
con pájaros y voz de araguaneyes
y maizales de oro de los reyes,
una casa y ventana sin estribo

Eran tardes de vientos sin veleta
con la lluvia enredada en tu sombrero
germinaron mis versos de poeta

y en la ausencia que deja tu velero
yo me escondo otra vez en la carreta
y te digo que vuelvas …que te espero

Noé Enrique Machado Matheus nace en San Carlos del Zulia el 29 de junio de 1945, su infancia transcurrió en las ciudades de Tovar y Mérida donde cursó sus estudios de primaria. En Maracaibo obtuvo su título de bachiller en humanidades y posteriormente egresó de la Universidad del Zulia como Licenciado en comunicación Social, mención impreso para el año 1983.Desde su adolescencia se dedica a escribir versos, alternando esta con su profesión. En 1986 recibió el premio regional de periodismo Don tulio Febres Cordero en Mérida.