sábado, 8 de noviembre de 2008

RAFAEL MARÍA BARALT

ADIOS A LA PATRIA

Tierra
del Sol amada,
Donde inundado de su luz fecunda,
En hora malhadada
Y con la faz airada
Me vio el lago nacer que te circunda.

Campo alegre y ameno,
De mi primer amor fácil testigo,
Cuando virgen, sereno,
De traiciones ajeno,
Era mi amor de la esperanza amigo,

Adiós, adiós te queda.
Ya tu mar no veré cuando amorosa
Mansa te ciñe y leda,
Como joyante seda
Talle opulento de mujer hermosa.

Ni tu cielo esplendente
De purísimo azul y oro vestido,
Do sospecha la mente
Si en mar de luz candente
La gran mole de sol se ha convertido.

Ni tus campos herbosos,
Do en perfumado ambiente me embriagaba,
Y en juegos amorosos,
De nardos olorosos
La frente de mi madre coronaba
Ni la altiva palmera,
Cuando en tus apartados horizontes
Con majestad severa
Sacude su cimera,
Gigante de la selva y los montes.

Ni tus montes erguidos
Que en impío reto hasta los cielos subes,
En vano combatidos
Del rayo, y circuidos
De canas nieves y sulfúreas nubes.

Adiós. El dulce acento
De tus hijas hermosas: la armonía
Y suave concento
De la mar y el viento,
Que el eco de tus bosques repetía;

De la fuente el ruido,
Del hilo de agua el plácido murmullo,
Muy más grato a mi oído
Que en su cuna mecido
Es grato al niño el maternal arrullo;

Y el mugido horroroso
Del huracán, cuando a los pies postrado
Del ande poderoso,
Se detiene sañoso
Y a la mar de Colón revuelve airado;

Y del cóndor el vuelo,
Cuando desde las nubes señorea
Tu frutecido suelo,
Y en el campo del cielo
Con los rayos de sol se colorea;

Y de mi dulce hermano,
Y de mi tierra hermana las caricias,
Y las que vuestra mano
En el albor temprano
De mi vida sembró, gratas delicias,

¡O h madre, oh padre mío!
Y aquella en que pedisteis, mansión santa,
Con alborozo pío
El celestial roció
Para mi débil niño, frágil planta

Y tantos, aymé, tanto, Marcan a mis quebrantos
Breve tregua tal vez con mi memoria;

Presentes a la mía
En el vasto palacio o la cabaña,
Hasta el postrero día
Será mi compañía,
Consuelo y solo amor en tierra extraña.

Puedas grande y dichosa
Subir, ¡oh patria!, del saber al templo,
Y en carrera gloriosa
Al orbe, majestosa,
Dar de valor y de virtud ejemplo

Yo a los cielos en tanto
Mi oración llevaré por ti devota,
Como eleva su llanto
El esclavo, y su canto,
Por la patria perdida, en triste nota

Duélete de mi suerte;
No maldigas mi nombre, no me olvides;
Que aun cercano a la muerte
Pediré con voz fuerte
Victoria a Dios en tus fatales lides.

¡Dichoso yo si un día
A ti me vuelve compasivo el cielo;
Dulce muerte me envía,
Y me da, patria mía,
Digno sepulcro en tu sagrado suelo.



RAFAEL MARÍA BARALT. Nació en Maracaibo, 1810, y murió en España (Madrid), en 1860. Fue ingeniero, militar, polígrafo,filólogo, historiador, orador, poeta. Uso los seudonimos de :A.A.A. y el de Manuel Aquilino Garcia.
Es el primer americano que ocupar un sillón de número en la Real Académia Española ,(1853), pronunció en esa oportunidad un discurso, que para el crítico Méndez Pelayo certificó la obra maestra de Baralt. Triunfó en un certamen literario con su trabajo Oda a Cristobal Colón. Es considerado justamente como uno de los más notables prosista de la Lengua Castellana en el siglo XIX.Fue el primero en escribir La Historia de Venezuela. Fue también redactor de un periódico zuliano, EL PATRIOTA DEL ZULIA: Baralt comienza muy tempranamente su carrera de escritor público y concretamente de periodista. Pero no es hasta 1842, tenía 32 años, cuando escribe versos, su gran obra VUELTA A
LA PATRIA; escrita en estrofas sobrias y rígidas, pero que lo inmortaliza y lo identifica como uno de los zulianos más aquilatado.

La última estrofa de Vuelta a la Patria la agraga en la última etapa de su vida,y esta lo identifica más con su tierra natal. Sus restos se extraviaron y tuvieron que transcurrir 122 años para su regreso a la Patria, aunque el Senado de la Republica le había concedido los honores del Panteón Nacional desde 1943 y sólo el 24 de Noviembre de 1982 vino a descansar a lado de Simón Bolívar, no sin antes pasar un noche en su Maracaibo.


Texto de una carta dirigida a su Padre

" Todo se ama en la Patria cuando uno esta distante de ella: los hombres y las cosas y los amigos y los enemigos, el aire, y la tierra y las palabras.

!Quien me diera ver, aunque fuera un instante esa playa querida.








viernes, 7 de noviembre de 2008

JOSÉ RAMÓN YEPES

L A R A M I L L E T E R A

Ramilletera de estos alcores,
Siempre vendiendo llenos de cintas,
De cintas verdes, ramos de flores;
Si ya vendiendo
Te siguen siempre los ruiseñores,
No es por las flores de gayas pintas,
Sí por el seno do van las cintas.

Del huertecillo de los manzanos
Dicen que quieres, ramilletera,
Los olorosos lirios enanos,
¿Por qué los quieres,
Cuando no hay lirios como tus manos?
No por la fama, que es volandera,
Sí por ser linda, ramilletera!

Tiene tal magia tus ojos pardos,
Que el Dios con venda sobre los ojos,
Entre verbenas, mirtos y nardos
Guardó su venda,
Rompió la aljaba, rompió los dardos,
Queriendo sólo que en sus enojos
Sirvan los dardos que hay en tus ojos.

Como andas siempre por los rosales,
Y esa s tus trenzas son hebras de oro,
Dicen no hay otas trenzas iguales,
Porque en tus trenzas,
A los suspiros primaverales,
Van ocultando como un tesoro
Las mariposas su polvo de oro.

Según repiten las zagalejas
Por las encinas de boca en boca,
Mientras dormías so las añejas
Altas encinas,
Posó en tus labios tropel de abejas,
Y al despertarte la turba loca
Panal de Hibla llamó tu boca.

¿Qué más? El día que las junqueras,
Cogiendo flores, quedó tu talle
Preso entre juncos y enredaderas
Llenas de flores,
Se dijo a gritos en las praderas,
Que entre los juncos del hondo valle
No hay junco verde como tu talle.

No, pués, te engrías, dulce paloma,
Vendiendo incauta tus ramilletes.
Es que no hay flores con tanto aroma,
Como la incauta,
Que baja al valle, sube a la loma,
Dejando toquen sus brazaletes,
Mientras le compran sus ramilletes.

HIMNO EPITALÁMICO

No en esa estancia penetréis divina:
Sobre el ara de aromas,
Pálida de pasión, llevó Ericina
Sus risueñas palomas.

¡Atrás! ¿No veis que hasta el dorado plinto
Cae el flotante velo?
La diosa ha descendido a ese recinto
En un rayo del cielo.

Velad tanto esplendor, oculte Apolo
La luz de sus mañanas:
Que a la estancia nupcial penetren sólo
Las flores por galanas.

La madre del amor desciñe estrecho
El ceñidor de oro.
Roja la boca y palpitante el pecho
Del oculto tesoro

Suelte temblando, al seductor desvió
La crencha perfumada…
¡Cuán divina estarás , rosa de Chío,
Así, medio velada!

Fortunado amador, la diosa esbelta
Yá besa al dulce niño;
Mirad como el rapaz sonriendo suelta
Su túnica de armiño.

¡Silencio! Ni un suspiro en el imperio
De los castos amores.
No temáis que una flor rompa el misterio.
Que mudas son las flores.


T Á R D A S

¡Tárdas!, y muere el día,
Y se acerca la noche, y desespero…
Tárdas, Clemencia mía,
Porque no sabes tú cuánto te quiero.
Herido siento el corazón, y lloro,
Y tú tárdas, Clemencia, y yo te adoro.

En silencio apacible
Se han venido los astros asomando,
Y tárdas!...Imposible
Es vivir como yo vivo agonizando,
Muriendo en medio de tan dulce calma.
¡Ay!, si vinieras tú, bien de mi alma!...

Si vieras en mi anhelo
Como sufro esperando tu venida;
Como demando al cielo
La paz del corazón, ya que la vida
Eres, Clemencia, tú, tú que no vienes
Y aquí esperando sin piedad me tienes…

En zozobra tan triste,
Piénsalo bien, Clemencia, yo me muero:
Mi alma no resiste
El bien de la esperanza, si te espero…
El bien de la esperanza…¡cuán sombrío
Es ese bien, si tardas, amor mío!

Clemencia, bien lo sabes:
Mientras mi pobre corazón se abisma,
Solemnes son y graves
Nuestro destino, nuestra vida misma…
Silencio, hermosa! Cuando así se quiere
Palpita el corazón, estalla…y muere!


AL L A G O (fragmento)

Perfiles de oro tienen a miles
Las tersas olas del lago azul,
I, aunque otros lagos tengan sutiles
Perfiles de oro,
No son de aquellos aúreos perfiles,
Olas de fuego, randas de luz,
Perfiles de oro del lago azul.



A MARACAIBO (fragmento)

Opacos horizontes
Y rumor de airecillos y cantares,
Y sombras en los montes,
Y soledad dulcísima
En la tierra feliz de los palmares,
Y allá a lo lejos la luna que se encumbra
Y un cielo azul de porcelana alumbra.


EL RAYO AZUL (fragmento)

Siempre brillando en las marinas brumas
Al último reflejo vespertino!
Por qué me inspiras tú, rayo divino,
La paz del corazón?
Más puro que las aguas tembladoras
Del plateado y pacífico arroyuelo,
Por qué te asomas tú, rayo del cielo,
Como extraña visión?

JOSÉ RAMÓN YEPES. Nació en Maracaibo en 1822, y murió en Maracaibo, trágicamente en 1881, sirviéndole de tumba el Lago que tanto amo.Fue marino y escritor (poeta y narrador). Como marino llegó a ser general de brigada, grado que equivale a contralmirante en la actualidad, fue Capitan del puerto de Maracaibo en tres ocasiones, director de marina en el Ministerio de Guerra y Marina (1874 y 1877). Además ocupó los cargos de diputado y senador al Congreso Nacional. Fue llamado El Cisne del Lago, y usó el seudónimo de Guairaratín. Sus últimos años transcurrieron en Maracaibo, donde su muerte fue rodeada de una hermosa leyenda; cuéntase que al morir ahogado en su Coquivacoa, un Cisne remonto vuelos desde las aguas,” Era su alma que voló en forma de Cisna hacia el cielo”. El duelo regional fue inmenso, localizados sus restos y en 1949 fueron trasladados al Panteón Nacional. Perteneció a la primera generación romántica venezolana, donde se le considera su mayor figura, poeta nativista, escribió dos pequeñas narraciones: Anaida e Yguaraya. Su nombre debe ser rescatado para la historia literaria venezolana.